SE HIZO JUSTICIA 25 de enero de 2007

SE HIZO JUSTICIA 25 de enero de 2007

Nunca una huelga de hambre habrá dado tanto que hablar en nuestro país como la del enfermizo asesino de Juana Chaos, cuyo impresionante currículum poco tiene que envidiar al del destripador de Yorkshire, veinticinco asesinatos y numerosas mutilaciones y secuelas de por vida a personas inocentes, y a sangre fría.

Este spree killer, insatisfecho con sus crímenes (no olvidemos que cuando en julio de 1986 arrebató la vida a doce jóvenes guardias civiles de veintiún años, entró en un estado de ansiedad motivada por la frustración de no haber podido acabar con la vida de los cincuenta y cuatro que viajaban en el autobús), vive de la muerte de inocentes, y sólo goza cuando se reboza en sangre y en odio.

Tras el cruel asesinato del matrimonio Becerril en enero de 1988 en Sevilla, el diabólico y ruin criminal escribió lo siguiente: "Me encanta ver las caras desencajadas de los familiares en los funerales. Aquí, en la cárcel, sus lloros son nuestras sonrisas. Acabaremos a carcajada limpia".

¿Cómo es posible que algunos que se echaron las manos a la cabeza en nuestro País lamentando y criticando las actuaciones en Irak, ahora "justifiquen" estos abominables actos y estén dispuestos a condonar las penas a este asesino?
¿Qué clase de persona es quien propone sacarlo de la cárcel y enviarlo a su casa como si tal cosa porque se niega a comer? ¿Acaso ha pensado este señor en lo que han sufrido y están sufriendo las víctimas de los atentados cometidos por este monstruo?

Decía el poeta latino que el hombre muere tantas veces como pierde a cada uno de los suyos. Señor fiscal, tras el pecado lleva usted la penitencia, y le aseguro que va a ser larga.

Lo mejor que puede suceder a los ciudadanos de bien es que los terroristas desaparezcan del mapa, y si esto se consigue dándoles gusto y respetando sus deseos (huelga de hambre), ¿dónde está el problema? Por suerte, la mayoría de jueces (doce de dieciséis) han sabido estar en su sitio y no les ha temblado la mano. No han tenido tantos conflictos éticos con quien no conoce la ética: mantienen la situación provisional comunicada y sin fianza del criminal (pues la situación por la que atraviesa ha sido provocada libre y voluntariamente), obligándole a ingerir alimentos si fuera necesario.

 Personalmente me hubiera gustado que la voluntad del "huelguista" de no comer se hubiera respetado, pues así conseguiríamos dos cosas: respetar su deseo y ver cuánto iba a durar su amenaza.

Es lamentable que todo un país civilizado haya estado pendiente de la resolución del pleno de la Audiencia Nacional (diecisiete magistrados de la Sala de lo Penal) bajo la sombra de la duda. Al final la lógica se ha impuesto, y la Justicia también. Otra batalla ganada a los asesinos por la democracia y el estado de derecho.

La mayoría de españoles celebramos la noticia y nos sentimos confortados por la resolución judicial. Otros, sin embargo, permanecen tibios y desconcertados en esta encrucijada, pues han jugado con fuego y ahora no saben cómo apagarlo para no quemarse.

Poco a poco las cosas vuelven a su sitio, a pesar de las amenazas y chantajes de los terroristas. Sin lugar a dudas hoy somos más fuertes que ayer, y lo mejor de todo es que ahora sí nos lo creemos. Por fin se hizo justicia.

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