A diario recibimos información acerca de la mala gestión de nuestros gobernantes locales, autonómicos o nacionales. No es habitual ver el reconocimiento de la labor de los representantes del pueblo, que, según el cliché, vienen a servirse y no a servirnos.
Es cierto que no todos llegan para beneficiarse, y que algunos ponen su tiempo sus conocimientos y su esfuerzo a nuestra disposición. El tiempo no sólo da y quita razones, también permite a los vecinos evaluar el trabajo realizado por sus representantes cada cuatro años y prorrogar su gestión o enviarlos a su casa.
Con estas líneas quiero rendir un pequeño pero merecido homenaje a tantos y tantos alcaldes de pequeños pero importantísimos pueblos de Extremadura, que con pocos medios y mucha imaginación y esfuerzo tratan de facilitar la vida a sus vecinos, mejorando los servicios y encontrar un aliciente para atraer a quienes trabajan fuera de sus fronteras, pero tienen sus raíces dentro. Si no fuera por la labor de quienes componen las corporaciones locales, más de un pueblo de nuestra Región desaparecería, y con él toda su historia y la memoria de sus antepasados.
Uno de estos pueblos que están haciendo bien las cosas y que se identifica plenamente con sus vecinos es Aliseda. Enclavado en la Sierra de San Pedro, es célebre en el ámbito cinegético, así como productor de miel y polen, de carbón vegetal y de jamones y embutidos. No obstante, su fama le llega por la joyería fenicia encontrada en el tesoro de Aliseda y que es un exponente de la orfebrería oriental del año 625 aC.
Es un pueblo limitado en recursos naturales y en servicios, aunque ese déficit es contrarrestado por la iniciativa de bastantes vecinos y “adoptados” que se esfuerzan para sacar adelante su pueblo arriesgando además su patrimonio.
Al trabajo de la alcaldesa, Claudia, que en poco tiempo ha conseguido transformar el pueblo en aspectos tan importantes como los sociales, los culturales y de infraestructuras: jardines, accesos, mejora del retablo barroco de la Iglesia Nuestra Señora de la Asunción, mejora de la ermita de la Virgen del Campo, ampliación y mejora del tramo Malpartida de Cáceres – Aliseda, etc., le siguen las apuestas de vecinos del pueblo que invierten en negocios como los muebles, trefilerías, apartamentos rurales, etc. y vecinos “adoptados” como el torero Miguel Báez, que contribuye en esta causa con festivales taurinos en beneficio del hogar del pensionista.
Con aliseños como Julio Parrón (Apartamentos rurales Los Alisos), Jose Mª Morro (Herrería), Mª Llanos (Galería de Arte) y tantos otros, que se identifican con su pueblo y defienden a ultranza sus raíces, es difícil que éste desaparezca.
A todos ellos mi felicitación y agradecimiento, porque gracias a su coraje, ilusión y orgullo, Aliseda es un pueblo que va a más, y de ello nos beneficiamos todos, vecinos y visitantes.