Una patulea de indeseables, iluminados y demagogos están convirtiendo España en una enorme cloaca donde las ratas campan a sus anchas. Los Otegui, De Juana, Montoya, Conde, Blanco y Rodríguez, entre otros, están dejando nuestra piel de toro como pellica de comadreja, o dicho de otro modo la octava potencia mundial, como un auténtico estercolero donde la mierda rebosa y nos obliga a tapar la nariz.
Hasta ahora muchos ciudadanos han permanecido un tanto ajenos a esta debacle, aburridos del tiki-taka político y de los continuos y viscerales combates dialécticos y difamatorios. Sin embargo, comienza a respirarse en las calles, en los círculos de trabajo y de tertulia un ambiente de indignación y hastío que puede favorecer una especie de "despertar" del pueblo, antes dividido ideológicamente, contra los promotores de tamaña serie de despropósitos.
El Chucky Otegi, acusado por un delito de enaltecimiento del terrorismo, de modo chulesco ha querido eludir la justicia con pretextos absurdos e infantiles (o se quería cachondear del meapilas Pumpido o el entorno etarra se está amariconando y cuando nieva y hace frío se quedan en casa pegados al brasero esperando que le salgan cabrillas).
Sólo cuando "alguien" desde "arriba" le llamó para pedirle de rodillas que se personase en la Audiencia Nacional, pues estaban los jueces esperando desde el alba, y le prometió la retirada de la acusación por parte del bizarro fiscal, aceptó representar un sainete y prestarse a acompañar a las fuerzas de orden público hasta un avión privado que lo trasladase a Madrid y de allí a la Audiencia Nacional.
El bulímico sexual De Juana, carnicero y destripador de las Vascongadas, sólo ha necesitado amenazar con una huelga de hambre "de baja intensidad" (jamoncito de york y unos chacolís) para irse a casa con todo un séquito de médicos y enfermeros, después de la condonación de la pena de doce años y seis meses por amenaza terrorista.
Como telonero entre "figuras" de primera línea sale al escenario el mediocre, acomplejado e irreverente consejero de cultura Montoya (apestado del mundo artístico y vividor del cuento y de las subvenciones del pueblo extremeño), con unas fotografías que hieren hasta lo más profundo los sentimientos religiosos de quienes profesan la religión católica y otras confesiones cristianas.
El lametraserillos Conde estará orgulloso de su carrera fiscal, es la primera vez en la historia del Ministerio Fiscal que el Consejo, a través de la mayoría de sus vocales electos, ha solicitado su dimisión. El amigo de los enemigos de España acaba de tener una nueva ocurrencia: pedir a los jueces que valoren la nueva situación y que miren para otro lado.
El Bachiller Pepiño, con severos problemas de dicción y profundos de cultura general, se permite el lujo de llamar ignorante a cualquiera que no comparta sus opiniones o las de su partido, aunque se trate de un premio Nóbel.
De seguir así las cosas, me temo que la flor que dicen que tiene ZP en el trasero puede transformarse en un cardo borriquero o, peor aún, en una planta carnívora y fagocitarlo.